Los homicidios de tres migrantes en Saltillo entre 2000 y 2001 marcaron el inicio de una lucha por el reconocimiento de los derechos de miles de personas que anualmente pasan por Coahuila o deciden quedarse en calidad de refugiadas.
El 2 de octubre del 2003 se consolidó el albergue creado por el hoy obispo emérito Raúl Vera López, como una de las primeras acciones de su labor al llegar a la Diócesis de Saltillo. Años antes, cuando no existía la Diócesis de Piedras Negras, el religioso visibilizó las agresiones y contexto de violencia de cientos de migrantes que llegaban a la frontera lastimados, asaltados y mujeres abusadas sexualmente.
La población migrante se ha enfrentado a campañas de criminalización por parte del gobierno estatal y medios de comunicación, pese a que la sociedad saltillense ha atraído a personas originarias de varios estados y países desde hace años, cuando surgió el llamado clúster automotriz.
Aunque es identificado popularmente como Belén Casa del Migrante, el nombre oficial es Frontera Con Justicia, sitio que, además de proporcionar techo y alimento a los migrantes extranjeros, se convirtió en apoyo legal y psicológico para la población que cruza por la entidad para llegar a los Estados Unidos. Al año brinda 10 mil atenciones en promedio, según reportaron sus responsables en rueda de prensa conmemorativa a las dos décadas del albergue.
En diversos momentos, la capital de Coahuila ha sufrido situaciones de inseguridad y en muchos de estos delitos fueron responsabilizados los migrantes, principalmente por robos y homicidios.
El inicio 20 años de trabajo pic.twitter.com/LjihlEfb2N
— CasaMigranteSaltillo (@CDMSaltillo) October 3, 2023
Raúl Vera López resaltó en rueda de prensa ayer que el trabajo que realizó el padre Pedro Pantoja, como responsable de la Pastoral Social en ese entonces y después de trabajar atendiendo a esta población en Ciudad Acuña y convenciendo a la sociedad civil para participar.
Señaló que en varios lugares los propios vecinos les cortaban los servicios porque no estaban de acuerdo con la presencia de los extranjeros cerca de sus domicilios y convenciendo, a través del diálogo, a la sociedad para que dejaran operar el albergue y ayudaran.
“Con él se consiguió este espacio – en la colonia Landín, donde actualmente está la Casa del Migrante- con el generoso de Pedro y él hacía unas ceremonias maravillosas. Una de ellas hasta se me enchinó el cuerpo porque fue una predicación de estas personas, impresionante y empecé a sentir un afecto o interés, sino un verdadero ejemplo de estas personas para vivir nuestra propia fe. A través de diálogos con los colonos les habló de la migración y ponía a hablar a los migrantes y eso limpió en gran medida la xenofobia de esta ciudad porque Pedro lo trabajó muy bien y sabiamente”.
Recordó cómo los migrantes empezaron a involucrarse también con la sociedad a través de la representación del nacimiento de Jesús y el vía crucis que han quedado institucionalizados en la colonia Landín.
Para el hoy director de la Casa del Migrante, Alberto Xicoténcatl Carrasco, el rechazo a los migrantes ha disminuido de forma considerable en la ciudad, aunque los abusos policiales continúan.
“Yo creo que por desconocimiento la gente no quería cerca a la población de migrantes, pero ahora es todo lo contrario. Las agresiones de las autoridades se mantienen, eso tristemente obviar no hemos podido cambiar, pero vemos que la población está más solidaria con los migrantes y los refugiados.
Pantoja, sinónimo de compromiso con los derechos humanos
Ahora, si bien hay gente que no les acepta, al menos no las agrede”, manifestó al reconocer que sin el apoyo de la sociedad sería imposible proporcionar alimentos a diario a los migrantes.