Hoy es tu cumpleaños.
No sabemos dónde estás, pero te mandamos todo nuestro amor donde quiera que estés. No sabemos qué hacer, sólo pedirle a Dios que donde quiera que estés, te diga en el oído que te buscamos y te extrañamos, que no descansaremos hasta encontrarte.
Te amamos.
Hija, hoy cumples años y te seguimos buscando, nos hemos puesto a caminar y en el camino nos encontramos a más mamás, papás, hermanas y hermanos, esposas y esposos e hijos buscando a sus familiares. El dolor ha disminuido, pero ya no caminamos solos y buscamos a todos.
¿Sabes? Ayer encontramos a una personita y duele mucho, y sé que su familia ya lo tendrá en casa, no como quisiera, pero vuelve. El dolor es grande, muy grande.
Mi reina amada, no sabes cuánto te extrañamos y sufrimos tu ausencia. Ya la familia creció y no estás. Duele ver la silla vacía en cada comida. Y más hoy, que deberíamos traer un pastel y festejar.
Mis rodillas me duelen y tu papi aún no domina la ira, tus hermanos lloran en silencio, pero no pararemos.
Como quisiéramos escuchar a aquel que sabe, que vio, y nos diga dónde estás. Lo único que nos importa es encontrarte.
Cada vez que encontramos en vida, nos llenamos de jubilo e imaginamos que pronto así será para nosotros y para las familias que están buscando también.
Cuando encontramos en fosas, nuestro corazón se estruja. Pensamos y nuestro dolor crece, no queremos encontrar así, pero… Dios, cuánto duele.
Padre nuestro que con tu amor cobijas a cada uno de tus hijos, te pedimos por ella, cuídala y dile que la amamos, que solamente que termine nuestra vida ya no la buscaríamos. Háblale al oído y dile que la amamos y extrañamos. El maligno no ganará, pues tú, Padre, nos guiarás hasta encontrarla.
Dios, si ella ya está contigo, ten piedad y llévanos al lugar donde está para ponerla en tu nombre en un campo santo. Señor, escucha nuestra súplica, hemos confiado en tu y esperamos con fe tu respuesta. Oh, Padre, abrázala, Señor. Tú te llevaste a tu hijo amado y lo tienes a tu lado. Ten piedad y ayúdanos a encontrarla. Danos las fuerzas para recibirla en nombre de tu hijo amado, Cristo Jesús. Amén.
¡Feliz cumpleaños, donde quiera que te encuentres! El mejor regalo eres tú.