Todavía recuerdo cuando acudí a cubrir la primera conferencia de prensa de un grupo de familias que buscaban a sus hijos desaparecidos. Fue una mañana fría. Fue en el Centro de Derechos Humanos Juan Gerardi de Torreón. Fue hace más de 10 años. Eran tres, cuatro familias que denunciaban las desapariciones.
Todavía recuerdo cuando por las principales avenidas de Torreón se miraban los espectaculares y cartelones con el rostro de Dan Jeremeel Fernández Morán, desaparecido el 19 de diciembre de 2008 en Torreón. Uno de los primeros casos mediáticos de desaparición en la región durante la llamada “guerra contra el narco”.
Todavía recuerdo la primera vez que acudí a una reunión de familias de desaparecidos. Fue en el Centro Juan Gerardi. Me invitó Jesús Torres Fraire (+), encargado entonces del Centro. Fue para muchas familias también su primer acercamiento. La primera vez que hablaban de su hijo, de su caso. La vez en la que se enteraron que no eran las únicas buscando a un ser querido que no había vuelto a casa. En círculo, una a una las madres se paraban, decían su nombre y el de su hijo desaparecido; su edad y la fecha en que desapareció. Me impresionó escuchar las edades porque era la misma que la mía o cercana a mi edad de entonces.
Todavía recuerdo las primeras entrevistas con aquellas madres. El miedo y desconfianza las privaba.
Ha pasado poco más de una década de aquellos primeros episodios en la región de una de las más grandes tragedias, una que por cierto sigue sin justicia: la de los desaparecidos.
Aquellas familias, que conocí en sus inicios de búsqueda, madres esencialmente, tuvieron la inquietud de realizar un proyecto de documental en 2019. En un acercamiento del colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila-México (Fuundec-Fundem) y el Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, con la Universidad Iberoamericana de Torreón en 2019, surgió el interés de realizar un documental sobre los 10 años del colectivo.
El 19 de diciembre de 2019, Fuundec, un referente en el país en cuanto a colectivos de familias de desaparecidos, y colectivo que reunió a aquellas primeras mujeres y hombres que buscaban, cumplió una década de lucha.
Como periodista y miembro de la universidad fui invitado al proyecto. Al mismo se sumó Juan Manuel Rodríguez, entonces trabajador del Centro de Comunicación Educativa de la universidad y Uriel García, Silvia Meléndez, Regina Macías, Mariana Rodríguez y Karen Salinas, alumno y alumnas de la carrera de Comunicación, quienes se unieron por el puro gusto de participar.
Conozco la mayoría de los casos de Fuundec, sobre todo los de Torreón. Y sin duda resumir 10 años de historia en un trabajo visual (con las limitaciones también de tiempo y recursos) representaba un reto, pues cada caso por sí solo podría ameritar un documental de varias horas, y quizá aun así no alcanzaría el tiempo para retratar la tragedia que cada una de las familias ha sufrido y sufre todavía.
Y como colectivo es una situación similar. En 10 años Fuundec ha visto pasar dos presidentes y está en un tercero, misma circunstancia con gobernadores. También han desfilado frente a ellos varios procuradores de la República y procuradores o fiscales estatales. Las experiencias, anécdotas, corajes, luchas, frustraciones, marchas, logros y un largo etcétera, sobran para contar.
Fue en una reunión con varios integrantes de Fuundec en la parroquia de San Judas Tadeo, en Torreón, que platicamos y discutimos sobre lo que las familias querrían mostrar en el documental.
No se trataba de contar un caso en particular, ni el fenómeno de la desaparición como tal, sino entender el viacrucis del grupo, desde su nacimiento como sujetos individuales hasta la formación del colectivo y los días actuales. Desde esas búsquedas en solitario, hasta esos episodios en los que se sentaban en círculo para conocerse y relatar la vida de su hijo desaparecido.
Según Maurice Halbwachs, psicólogo, filósofo y sociólogo francés, el soporte fundamental de toda identidad colectiva es su memoria, en cuanto reproduce y reconstruye dicha identidad. Para Halbwachs, la memoria ya no se concibe como individual e íntima, pues ya no es algo exclusivo y solo dependiente de la persona, sino que tiene siempre un carácter social. Se requiere de memoria colectiva. El documental buscó convertirse en esa herramienta de memoria colectiva. Retratar esa identidad colectiva a través de un recorrido histórico.
Sujetos de derecho
La noción de “víctima” suele estar asociado a un asunto de lesiones, de la “parte agravada” en la jerga del derecho. Se relaciona inmediatamente con un asunto de daños (físico, mental, emocional, patrimonial) producto de la comisión de un delito o la violación de un derecho humano.
Según la Ley General de Víctimas, la calidad de víctimas se adquiere con la acreditación del daño o menoscabo de los derechos. Ser víctima, directa o indirecta, es pues una condición.
Era indispensable retratar no necesariamente a las familias como víctimas, sino como madres, padres, hijas, esposas, con derechos. No como un simple bien jurídico lesionado, sino como el concepto más amplio de persona, de hombre o mujer.
Así pues, en aquella reunión en la parroquia de San Judas Tadeo, surgieron cuatro ejes que podrían reflejar lo que ha significado el colectivo y que se buscaría proyectar. Un retrato histórico del colectivo. La evolución de sus integrantes. Los cuatro ejes fueron:
1. El contexto individual de cada familiar que buscaba a su desaparecido; las semejanzas en el trato por parte de la autoridad, el miedo y terror que les trataban de inyectar para quedarse paralizados, y cómo eso, en algún momento, los llevó a encontrarse.
2. El nacimiento de la colectividad y cómo un grupo de familias comienza a adquirir seguridad, fortaleza; como refiere en el documental la directora del Centro diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, Blanca Martínez, “pasar de víctimas a sujetos de derechos”.
3. El recorrido de 10 años: marchas, obstáculos, reuniones, gobernadores, presidentes, anécdotas, experiencias y las pérdidas de compañeras o compañeros que murieron en la búsqueda. Todo eso, piezas de un rompecabezas que reconstruye un retrato histórico.
4. Logros y retos. ¿Qué representa que un colectivo acumule 10 años? Es la pregunta detonadora de este eje.
A partir de allí, las familias simplemente dirigieron el camino del trabajo con sus narraciones.
No se puede construir un presente, y menos un futuro, cuando hay miles de desaparecidos. Las familias de personas desaparecidas son parte de la sociedad. Sus desaparecidos son también parte de la sociedad. Y por ello, una sociedad que hable de reconciliación y futuro, tiene que hacerlo desde la memoria.
Por eso Halbwachs, quien acuñó el término memoria colectiva, cuestionaba qué significa recordar para las sociedades.
“Fuerzas Unidas”, el nombre del documental, es pues un trabajo colaborativo de las familias de Fuundec-Fundem con la Universidad Iberoamericana de Torreón. Un retrato que, a más de una década, también busca ser un envión en un momento en que las mismas familias, desgastadas y cansadas, intentan mantenerse en la lucha.
Experiencias
A continuación, las voces de quienes colaboraron en el proyecto.
Silvia Meléndez Palomares, alumna de Ibero Torreón sobre su colaboración:
El haber colaborado en el documental “Fuerzas Unidas”, me hizo darme cuenta de la incertidumbre que provoca la desaparición de un ser querido, y lo complicado que puede llegar a ser el proceso de búsqueda. En cada entrevista, se me erizaba la piel al observar la inestabilidad de los hombres y las mujeres de familia que cada día luchan por dar con el paradero de su ser amado. El escuchar su historia y la falta de apoyo por parte de las autoridades, despertaba cierto coraje en mí, porque en mi interior decía que nadie se merece esta clase de adversidad.
En el año 2014 desapareció un familiar, es por eso que no dudé en participar en este gran proyecto, en donde precisamente se unen las fuerzas, las voces de las personas que merecen ser apoyadas y escuchadas, tener una respuesta para volver a tener paz y tranquilidad en su interior.
Siento una admiración y gran respeto hacia todas las personas que participaron en este documental, pues la resiliencia es una característica que los une y me satisface el formar parte de ello.
Regina Macías Urdaibay, alumna de Ibero Torreón:
Esta experiencia me dejó que el amor de una madre no tiene límites, que nunca van a dejar de buscar justicia y creo que es lo que todos y todas debemos ver y entender, que cuando alguien que amas se va y no regresa, no hay algo que te detenga a encontrarlo y esa es la decisión más difícil que puedes tomar porque el camino que recorres es interminable al igual que la pérdida y el dolor. Estas mujeres me han enseñado el valor de la justicia, la fuerza de voluntad, el jamás rendirte y sobretodo el amor incondicional. Reclaman a sus hijos: porque vivos se los llevaron, vivos los queremos.
Juan Manuel Rodríguez, trabajador del Centro de Comunicación Educativa de Ibero Torreón:
Uno cree que sabe, conoce y puede opinar del tema. Pero no es hasta que oyes sus historias, ves su tristeza y notas una mezcla entre esperanza e impotencia en cada familia, cuando entiendes la gravedad de un problema que queremos enterrar. Muchas familias no han vivido en plenitud desde hace de 10 años, ni siquiera las cosas que consideramos nimiedades del día a día. Nos faltan muchos hijos, hermanos, padres y amigos que siguen perdidos por los errores de un gobierno y sociedad que les hemos fallado. No tengo más que respeto y una profunda admiración a todas las familias de FUUNDEC-FUNDEM y todas aquellas otras que siguen en búsqueda de su ser querido aunque sea en silencio.
Uriel García Lima, alumno de Ibero Torreón:
Durante la realización del documental “Fuerzas Unidas” me enfrenté a una muy fuerte realidad. Estaba acostumbrado a enterarme de desapariciones forzadas en las noticias en un formato numérico, solo con cifras y estadísticas. Pero es muy diferente cuando entras en el hogar de una familia con alguna persona desaparecida, pues conoces a sus seres queridos y cuanto la extrañan, conoces sus historias y sus planes, te das cuenta que todo esto es más cercano a ti de lo que pensabas, incluso, te sientes vulnerable al saber que nadie está exento de esta situación.
Al entender que cualquiera puede sufrir de estos desafortunados eventos, comprendí que es una responsabilidad de todos crear un espacio para que estos casos se escuchen y encuentren justicia.
*Este texto fue publicado originalmente en revista Acequias n° 85, otoño 2021. Aquí lo reproducimos con el permiso del autor.
Francisco Rodríguez
Reportero. Cuenta e investiga historias sobre derechos humanos, víctimas de las violencia y corrupción.