Música para la herida de ausencia II

Desde aquí también es posible conocer cuáles son los desafíos profundos para toda exigencia de verdad y justicia.

En la versión reggae (en el mismo disco, El León, hay una versión salsa) los instrumentos de viento alcanzan un registro de profundidad épica: Sr. Flavio aporta la invención de “Manuel Santillán”, figura mítica que nace de las entrañas de una Buenos Aires agrietada por el terrorismo de Estado.

La letra narra el asesinato de un viejo peleador de San Telmo, de cuyas palabras brota el coro.

Van al mar, van al mar,
Llanto y dolor,
sufrimiento de un pueblo
se ahoga y se hunde en el mar.

Es el final de una persecución callejera. La policía lo busca por un ajuste de cuentas, hay en el país una guerra desigual, pero recíproca. Santillán está en el callejón y sabe lo que le va a pasar. ¿Por qué? Porque es una guerra de exterminio. El León está armado y se prepara para disparar, pero lo han rodeado y el sargento lo hace primero, sin vacilar.

¿Y qué más sabe el hombre que ha sido atravesado por el plomo?

Lo curioso es que antes de morir
El León Santillán pronunció palabras
ante los oficiales que, desconcertados, miraban

Miraban a un ser infundido con la voz herida del pueblo, que resuena más allá de los límites materiales de su humana condición.

Queridos enemigos de siempre
dejo este mundo de dolor
nunca se olviden
que el llanto de la gente va hacia el mar

El mar como lugar de disolución de los cuerpos, personas amadas siempre, que policías y soldados desaparecen como parte de su oficio. Son operaciones sistemáticas que, como todas las cosas monstruosas, se gestan en nombre del orden y la seguridad. Los cuerpos aún vivos caen desde aviones militares, anestesiados. Así lo quieren los dirigentes, quienes razonan bajo un torcido sentido del bien. La perversión del gobernante golpista da para eso y más. Pero los estertores del León crean un efecto inusitado.

Los oficiales que vieron morir a Santillán
abandonaron la institución
nunca más se supo de ellos, del caso no se habló más

¿Qué poder llevan esas palabras agónicas que causan pasmo en los represores? Quizá lo real ha colmado la mirada y el saber del pueblo. El viejo peleador de San Telmo encarna esa mirada que rompe los muros del crimen político, la claridad de la muerte que queda a descubierto cuando los altos mandos han tratado de ocultar su aberrante opción por el exterminio.

Desde los primeros delitos de desaparición forzada, los familiares tienen indicios ciertos del paradero y hasta cierto punto del procesamiento clandestino no solo de militantes, sino también de personas desafortunadas que se cruzaron en el sucio trabajo de los grupos de tareas.

A un año de instaurada la dictadura que mecaniza el circuito de la desaparición, Rodolfo Walsh publica “Carta abierta de un escritor a la Junta Militar”, denunciando los hechos ya evidentes. Hace un recuento estimado de las personas que han sido masacradas en secreto, y denuncia la censura oficial sobre los hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.

De la última línea entiendo que la secrecía de las operaciones no se contiene. La conciencia gravita alrededor de los hechos, la picadura de la culpa supura de inicio a fin como un tiempo aterrador que no corre y desborda el débil y mediocre consuelo de la “obediencia debida”.

*

Para notar que ese espanto es recurrente en el imaginario argentino de la represión, escucho una vez más “Vuelos”, de Bersuit Vergarabat:

Vos me estás mirando y yo voy a caer colgado en tu sien

Aquí no hay personaje mítico, más bien se trata de una exploración poética-documental en el momento más íntimo de la ejecución exrtajudicial. Escuchamos la voz de una persona próxima a ser desaparecida en medio de una composición que hace progresos cíclicos que van de la languidez de la sedación a la transición a la muerte y al estruendo de la permanencia a pesar de la muerte.

Al próximo desaparecido le han inyectado la segunda dosis de una potente anestesia. Será arrojado sobre el Río de la Plata. Quizá su cuerpo desmembrado sea uno de los que aparecen en la costa uruguaya. El oficial represor lo mira, el contacto visual es dramático porque lo va a tirar del avión desde una gran altura. Y ocurre un desdoblamiento, el envés de la imagen:

No me ves pero ahí voy
a buscar tu prisión
de llaves que solo cierran.

Es la prisión que ha creado el circuito de la desaparición forzada, no aparece la persona ni el cadáver, encierro etéreo en el secreto paradójico de matar pueblo en nombre del bien nacional, que sin embargo, prisión doble, permanece prendado de la conciencia:

Te desprendes de mí, yo me quedo en vos

Porque los elementos castrenses saben lo que pasa, y callan a pesar de que ven frente a sí todo un movimiento de madres y familiares exigiendo su localización. El sujeto de la voz ya va cayendo a través del aire húmedo de la costa:

Y la bruma rebota siempre hasta aquí.

La caída dura segundos pero la eternización del momento da lugar al siempre en el verso. El hecho cometido permanecerá en la memoria, en la conciencia, como una maldición que lo rodea todo, como un paisaje:

Solo voy a volver
siempre me vas a ver
y cuando regrese de este vuelo eterno
siempre verás en mí
sólo a través de mí
un paisaje de espanto así

A pesar del acendrado adoctrinamiento enfocado a “algo supremo”, la guerra contra el enemigo subversivo, en la conciencia del obediente militar se eleva la verdad indecible. La carga existencial de la acción asesina no tarda en manifestarse:

Tu cara se borra, se tiñe de gris
serás una piedra sola

Termina el viaje programado hacia la muerte como testimonio de la marea en las orillas:

Ya mis ojos son barro en la inundación
que crece, decrece, aparece y se va

Los ojos como parte significando al todo del cuerpo que se ha reintegrado a la tierra.

*

En “Día 730” (2010) Wilfrán Castillo se acerca a una mezcla de balada y tropical para evocar el contexto de Ciudad Juárez, donde ya no hay móviles políticos directamente reconocibles en la vejante dinámica de las desapariciones. “Linda” representa a tantas jóvenes que han sido víctimas de una violencia aún más oscura, donde la descomposición del ámbito público mexicano ha creado una vorágine de trata, mercado negro de órganos y otras variantes de la delincuencia organizada.

Cinco de la tarde
Linda no regresa de la calle
“mami ya regreso
tengo una sesión de modelaje”
por fin llamó
ese señor te va a dar la oportunidad
ojalá gusten tus fotos y verás
pronto vamos a salir de esta pensión

El corazón se estruja porque va en busca de sueños justo ahí donde son cegados.

Empacó sus cosas
en un maletín de Bob Esponja
17 años, pero su inocencia
aún sigue rosa

Candidez que en una ciudad envilecida por el delito cotidiano le juega en contra a la vida.

Necesidad
caridad, superación o vanidad
convencida de que iba a regresar
que vivía en Ciudad Juárez olvidó

La última línea me raspa los oídos porque sugiere que Linda en algo es responsable. Al autor entre líneas se le filtra la idea de que la chica no debió salir, confiar, viviendo en una ciudad tan peligrosa; que sería válida desde el punto vista del autocuidado, pero dicho para un contexto así, se acerca a un machismo que suele restar al derecho que todas las personas tenemos de vivir, transitar, relacionarnos y buscar nuestros sueños en un espacio social seguro y pacífico.

La frustración de la búsqueda infructuosa se expresa metafóricamente y hace impracticable el camino a la resignación:

El último que la escuchó fue un sordo
el último que la miró fue un ciego
y aunque para su madre aún sigue viva
lleva dos años desaparecida

Y de las autoridades no cabe esperar más que negligencia, cuando no complicidad mafiosa:

Para los fiscales
es el día 730
ellos ni se acuerdan
pero la mamá lleva la cuenta

La pregunta se revuelve en el sentimiento ante la falta de la verdad.

Conformidad, perdón, olvido, compasión, resignación
¿cómo se llama cuando tienes que aceptar
que te arrancaron de tu pecho el corazón?

Intocable versionó esta canción en 2016 con su estilo norteño, aunque con variantes en la letra, especialmente en la parte coral. A mi parecer aumenta con pertinencia el contenido social de la historia y la preocupación ante este flagelo que sigue rodeando nuestra noción de tranquilidad.

Hay un silencio indiferente
que vive entre la gente
y desapariciones
que rompen corazones

Es un lugar común escuchar que poco nos preocupa el problema de la desaparición forzada porque no nos afecta de manera directa. En sentido contrario, considero necesario leer nuestra realidad en las líneas de esta ausencia. Como una forma de comprender el dolor de las familias violentadas, y el cómo las fiscalías y los tribunales reducen las vidas a cifras, trámites, olvido. Las personas desaparecidas nos hacen ver el manejo del poder más sucio, el que nunca nadie debería consentir, habitualmente escondido un poco detrás y un poco al lado y un poco debajo de las grandes figuras de la política formal que el electorado da por buenas. Desde aquí también es posible conocer cuáles son los desafíos profundos para toda exigencia de verdad y justicia.

Un abrazo a Luis Alberto López y a todas las personas que colaboran con Heridas Abiertas, por tres años de periodismo con memoria y dignidad desde el Norte.