Reunidos a un lado de las vías del tren, el medio que es utilizado principalmente para poder llegar a la frontera, varios de los migrantes llevaban las banderas de sus países de origen, incluyendo la de México.
Los nombres de los migrantes que fallecieron la semana pasada en Ciudad Juárez fueron recordados con pequeñas cruces de madera que portaron los participantes del viacrucis organizado por la Casa del Migrante de Saltillo y encabezado por el obispo emérito, Raúl Vera López.
Con la ceremonia -que tuvo lugar este viernes 7 de abril- también se recordó la obra del padre Pedro Pantoja, quien por años llevaba a cabo la actividad en los alrededores del albergue.
En sus rostros se observaba indignación y temor por lo ocurrido en la estación migratoria en Ciudad Juárez, donde sus compatriotas permanecieron hacinados y luego murieron quemados tras un incendió que se registró en la estación migratoria juarense.
Juan Ángel Alegría, originario de Guatemala, llevaba dos cruces con los nombres de Ernesto Chich y Elvis Adelmar Pérez Esteban, ambos sus connacionales de 39 y 23 años de edad, respectivamente.
En varias ocasiones bajaba su mirada al escuchar las palabras de Vera López al decir que el sufrimiento de miles de migrantes es igual al que padeció Jesús, al ser perseguido, dejar a su madre, ser traicionado y finalmente crucificado.
“El viacrucis pone ante nosotros las cosas arbitrarias que se cometieron contra Jesús. Él quiso sufrir lo que el mal nos hace sufrir aquí en la tierra. Nos trae la memoria, el sufrimiento de un inocente, como es el sufrimiento de muchísimas personas”, dijo el obispo emérito.
Juan Ángel se acomodaba el sombrero y miraba las cruces que llevaba en sus manos. Siguió caminando solo en el recorrido por las calles de la colonia Landín. En ese mismo sector por años Pedro Pantoja encabezó la representación de la Pasión de Cristo.
Concepción Guadalupe Sosa Morales, una de las que siempre apoyó al sacerdote fallecido en el 2020, después de ser contagiado de covid-19, compartió unas palabras.
“Él nos hacía participar. Siempre estuvo a favor de ellos (los migrantes) y nos decía que debíamos apoyarlos porque eran hermanos de nosotros y eran como Jesús que andaba migrando. Aquí de repente venía él con personas y pedía apoyo para darles de comer… es muy bueno recordar al padre”.
Juan Ángel se acercó para seguir escuchando lo que significa cada una de las estaciones del vía crucis y entendió por qué a los migrantes los identifican con lo ocurrido el día que Jesús fue crucificado.
Él tuvo que salir de Guatemala por la ola de delincuencia que azota los países de centroamérica, aunado a las condiciones de pobreza. En su caso dejó a su hija de 13 años de edad y decidió hace cinco meses transitar sin dinero por México.
“Los miles de migrantes terminan asesinados por el crimen organizado y los agentes del estado. Nos volvemos cómplices de los verdugos cuando actuamos todos en la indiferencia ante el drama migratorio. A nosotros nos une un solo sueño que es sacar a nuestras familias adelante y las dejamos a pesar que no podemos tener comodidades, pero tenemos a esa familia y a Dios Padre”, dijo casi al terminar la procesión en las instalaciones de la Casa del Migrante.
Al término de su intervención, dijo que podía hablar por todos los migrantes presentes y quienes perdieron la vida en diferentes momentos.
“Este país hermoso nos ha brindado calor y mucho amor; nos ha recibido con los brazos abiertos para seguir adelante. Muchas gracias a todos y cada uno que nos abren los brazos y a quienes no lo hacen, también”.