“Decidimos sacar el rostro de mamá y hacerlo colectivo”, dijo Alicia de los Ríos Merino frente a la casa donde vivió su madre en la ciudad de Chihuahua. “Queremos que los que pasen se pregunten ‘¿qué le pasó? ¿dónde está?’, porque me parece que no podemos seguir teniendo ese dolor en la privacidad. Es un problema público y es un problema que nos corresponde a todos y a todas”.
La madre de Alicia lleva el mismo nombre, Alicia de los Ríos Merino. Se mudó a Chihuahua desde San José Bachíniva a inicios de la década de 1960, junto con sus padres Alicia y Gilberto, sus hermanas y su hermano. Tenía 11 años cuando llegaron a vivir a la colonia Altavista y terminó la primaria en la Escuela “Eloy S. Vallina”, a una cuadra de distancia. Ya en la siguiente década, Alicia ―la madre― se unió a la Liga Comunista 23 de Septiembre.
Alicia fue detenida el 5 de enero de 1978 en la Ciudad de México, después de un enfrentamiento armado con agentes del Estado. Algunos de sus compañeros murieron ese día, pero a ella no la encontraron en el anfiteatro donde tenían los cuerpos. Desde entonces, Alicia está desaparecida.
Ahora, los niños y las niñas que estudian en las mismas aulas donde estudió Alicia verán su rostro cada vez que pasen frente a la casa donde vivió. El memorial está en la calle Gómez Morín, en la colonia Altavista, que está junto a la colonia Santo Niño.
Su familia instaló un memorial en el exterior de su casa, con la fotografía de la joven Alicia a blanco y negro y la leyenda “Alicia de los Ríos Merino ¿dónde está? Fue detenida-desaparecida el 5 de enero de 1978 en D.F., hoy CDMX. Esta es la casa donde vive mi familia que me ama y continúa buscándome”. Fue develado el sábado 4 de mayo en un evento público, ante la presencia de madres, hermanas y familiares de personas desaparecidas en el contexto de la “Guerra Sucia”, como se conoce el periodo en el cual el gobierno de México desapareció, torturó, secuestró y asesinó extrajudicialmente a disidentes políticos.
“Muchas veces hemos querido ser sensatas, correctas, hemos mantenido nuestro sufrimiento en cuatro paredes y ya no queremos”, continuó Alicia ―la hija―, “queremos incomodar, queremos que los niños se enamoren también de estas caras que nos hacen falta, a las que amamos. Por eso estamos sacando hoy esto, y creemos que hay una colectividad que hay que activarse, frente a la duda, frente al desprecio y por supuesto también frente al amor”.
El memorial fue diseñado por el colectivo Huellas de la Memoria. Uno de los artistas presentes en el evento, Alfredo López Casanova, elogió la lucha de las personas que se resisten a olvidar a sus seres queridos desaparecidos y criticó al Gobierno Federal por participar en la destrucción de los memoriales instalados por familias y organizaciones, como aquel instalado en la colonia Narvarte en memoria de Alejandra Negrete, Mile Martín, Nadia Vera, Rubén Espinosa y Yesenia Quiroz, o aquel instalado por las personas desaparecidas del país frente al Palacio Nacional.
“Contra esas acciones quien dice gobernar no puede ser más esquizofrénico, ¿por qué por un lado el Gobierno Federal construye sitios de memoria que no lo confrontan y les sirve para echar culpas ajenas sin asumir las propias, y el gobierno de la ciudad publica una ley de memoria que es letra muerta? ¿por qué ambos, con todo su poder e impunidad, destruyen en apenas mes y medio sitios de memoria autónomos y autogestivos construidos por los colectivos de familias?”, preguntó López Casanova.
Desde los 70 la casa en la colonia Altavista fue un punto de encuentro para los movimientos sociales. Primero llegaron los líderes de las organizaciones estudiantiles, recordó durante el evento Irene, hermana de Alicia ―la madre―, de la FECH, de la escuela de leyes, de las escuelas normales rurales de Saucillo y de Saláices, y de agronomía, para pintar las mantas, para organizarse.
Luego, en la siguiente década, la casa volvió a abrir sus puertas para las madres, los padres, las hermanas y los hermanos de las personas desaparecidas durante la “Guerra Sucia”.
“Estas paredes si hablaran quisieran decirnos tantas cosas”, dijo Irene ante el público. “Seguimos escuchando todavía en esta casa las palabras que nos dejaron: vivos se los llevaron, vivos los queremos”.
Entre esas personas estaban Judith Galarza, de Ciudad Juárez. Su hermana Leticia también desapareció en la Ciudad de México el mismo día que Alicia, aunque en evento distinto. Desde entonces ha dedicado su vida a buscarla y a exigir justicia por su desaparición. Alicia ―la hija― lleva en su camiseta la fotografía de “Lety” junto con una de su madre.
Aunque no fueran inocentes, dijo Judith, su hermana y las personas víctimas de estas tácticas del gobierno no merecían desaparecer, sino pasar por un proceso legal en el cual se le comprobaran los delitos que cometieron.
“Esta práctica tenía parte de un proyecto, un programa, un delito de lesa humanidad para intimidar a hombres y mujeres que se querían seguir organizando”, dijo Judith hacia el final del evento. “Ese era el objetivo: eliminar a todo aquel hombre o mujer que tuviera los pantalones, la valentía, como lo tuvieron nuestros hermanos y nuestros familiares. Por eso es necesario reivindicarlos en todo lo ancho de nuestro país”.
En 2023, Judith fue nombrada presidenta de la Federación Latinoamericana de Familiares de Detenidos Desaparecidos, en la cual hay organizaciones como la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de México, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora de Argentina, la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos de Chile, la Agrupación de Familiares de Desaparecidos del Paraguay, así como otras de Colombia, El Salvador, Brasil y otros países del continente.
Laura Elena Gaytán Saldívar, cuyo hermano Óscar Javier está desaparecido desde 1974 y quien estuvo desaparecida en el Campo Militar No. 1 en 1979, también estuvo presente durante el evento y compartió los recuerdos que tiene en esa misma casa.
“En este lugar, hace ya 50 años mi madre fue acogida, fue abrazada y fue esperanzada por la lucha de ‘Las Doñas’ del Comité Eureka, al cual pertenecieron Doña Lichita y Martha, la tía de Alicia”, compartió Laura. “Esta casa debe de guardar la memoria de Alicia, la memoria de todas las compañeras y todos los compañeros de desaparecidos, por el régimen neoliberal, por el regimen corrupto, por los regímenes represores desde la década de 1960”.
El evento fue acompañado por las asociaciones civiles Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez (Centro Prodh) y Artículo 19, las cuales acompañan a la familia y el caso de Alicia.
En marzo de 2024, el Centro Prodh, la oficina de Investigaciones Visuales y SITU Research publicaron un video en el que de manera digital reconstruyen los “Vuelos de la Muerte”, una práctica utilizada por el gobierno de México durante al menos seis años en los que ejecutaban a personas disidentes políticas en la Base Aérea Militar de Pie de la Cuesta en Acapulco, Guerrero, y desde aviones las arrojaban al mar durante la noche.
Este video sigue el rastro de Alicia a través de documentos oficiales hasta que llega a esa base militar en Guerrero. Hasta la fecha no se conoce el número total de personas que el gobierno desapareció con esta práctica.